Martin Dammann sobre «Soldier Studies»

«La distancia no es una zona protegida sino un campo de tensión.» 

Georges Didi-Huberman subraya y aumenta esa cita que toma de Adorno, recalcando que «toda cosa vista nos pone frente a un campo de tensión o, más bien, de múltiples tensiones, que pueden ser psicológicas o lógicas, sensoriales o gnoseológicas, memorísticas o deseantes». (1)

Ese concepto del campo de tensión revela una precisa exactitud ante las fotografías de soldados nazis disfrazados de mujer que Martin Dammann reúne en este libro y que ruegan a nuestros ojos una apertura desacostumbrada. Distinta a esa que abren las viejas fotografías anónimas −a menudo, supervivientes que el azar tutela, y que guardan vestigios de días que el tiempo ya se ha tragado para siempre o instantes de una mirada donde se posó la realidad y todo lo que lleva oculto en sí−  y que hace literal la idea de que la tensión puede dar estallido al conflicto. El ojo confundiendo a la conciencia.

Sucedía una guerra terrible y millones de personas estaban encerradas y condenadas a muerte en el infierno y ahí, en esas imágenes, vemos a hombres chapuceramente disfrazados de coristas en pleno número entreteniendo a su público uniformado, a muchachos bien parecidos haciendo de bella y sensual diva, a hombres con ropas y actitud de respetables damas o de rústica chica de provincias o en medias y liguero, a dos actores aficionados haciendo de amantes (uno vestido de marinero y otro como de lánguida odalisca), a jóvenes en sujetador y minifalda en un día de playa o presumiendo de sus improvisados vestidos de noche en una verbena de pueblo.

¿Cuándo y cómo se inició tu interés por coleccionar estas instantáneas donde aparecían soldados de la Wehrmacht travestidos?

Mi interés comenzó hace mucho tiempo en un mercadillo de Nueva York. Di por casualidad con algunas fotografías de pequeño formato en las que aparecían soldados y advertí cuántos detalles había en ellas, en comparación con las fotografías que aparecen en los libros de historia.

Mi búsqueda se intensificó durante finales de los años noventa, cuando pasé un año en Londres con una beca DAAD (un programa alemán de intercambio para estudiantes). Allí entré en contacto con el Archive of Modern Conflict, un archivo privado especializado en fotografías tomadas por soldados. Nos entendimos bien y, finalmente, me propusieron colaborar con ellos comprando álbumes fotográficos de soldados. Así, comencé a ver innumerables álbumes de soldados, de todos los países y de todos los conflictos que se hayan fotografiado.

Al cabo de un tiempo me topé con la foto de un travestido: un joven con una minifalda blanca sobre un escenario improvisado y una enorme esvástica al fondo. Primero la tomé como una curiosidad delirante. Por supuesto, me la quedé; pero, a medida que fueron apareciendo más y más fotos de soldados vestidos de mujer, empecé a darme cuenta de que aquella foto no era una rareza sino que debía haber sido un hábito corriente entre los soldados. Aún así, me llevó un tiempo comprender su importancia.

Que te fijaras en esas instantáneas en un mercadillo me lleva a suponer que ya partías de un interés previo en la fotografía vernácula como documento visual.

Sí, siempre he estado muy interesado en todo tipo de fotografía vernácula: fotos hechas por fotógrafos sin formación, en las que el mensaje es muy diferente del que hay en las realizadas por profesionales. Las fotos privadas son más difíciles de categorizar, más ambiguas y, a menudo, mucho más sorprendentes.

Recuerdo ver abundantes notas en la prensa en el momento de publicación de Soldier Studies, siempre acompañadas de una galería de imágenes. Me parecía que el tema era atrayente para los medios porque, sin duda, resultaba fascinantemente chocante contemplar esas imágenes de tono jocoso, a veces altamente homoeróticas, de soldados nazis en sujetador, maquillados y con peluca, en poses sexys, haciendo arrumacos a sus camaradas de uniforme. Lo era sin duda por todas esas connotaciones que asociamos a la ideología, historia, iconografía y psicología nazi. 

Sin embargo, y precisamente justo por eso, sumado al hecho de que eres artista, me preguntaba si, además de coleccionar estas imágenes para construir esa parte de la historia visual de la Segunda Guerra Mundial, tu intención era también desafiar e inquietar la percepción del espectador.

Soy artista y como tal estoy interesado en las “zonas problemáticas” de todo tipo que hay en la sociedad y los individuos: en cuando las cosas se vuelven, como tú dices, inquietantes. Pueden aparecer aspectos escondidos y sorprendentes, y a veces cosas que nunca antes habían sido vistas.

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¿Te sorprendió la cantidad de material que ibas encontrando?

Las fotografías de soldados vestidos de mujer no son muy comunes. No obstante, a lo largo de un periodo de quince años, acabé reuniendo unas trescientas.

El travestismo parece reflejar un tipo de experiencia básica de los soldados en el frente, y no sólo para los alemanes ni en la Segunda Guerra Mundial. Los soldados, que están lejos de sus hogares, en un entorno hostil y afrontando un futuro incierto, inevitablemente acaban anhelando todo aquello que han dejado atrás. “Recrear” todo aquello que es querido y se echa de menos parece una solución fácil, al menos por un rato.

Sí, una de las posibles capas de interpretación que ofrecen es verlas como manifestación del heimweh, del anhelo por la alegría de los tiempos de paz y el cariño y la compañía de mujeres. Desde ese ángulo, son capturas del lado más humano de esas personas. 

Después, hay otro posible ángulo desde el que vemos a hombres actuando como sucedáneos de mujeres dentro de un contexto estructurado según un patrón de masculinidad heterosexual, y esto suscita otro tipo de preguntas.  La fantasía femenina construida por los hombres travestidos de la Wehrmacht que muestran estas instantáneas parece dividirse predominantemente entre la recatada mujer ideal del nacionalsocialismo (destinada a ser esposa, madre…) y la corista de cabaret o glamurosa estrella de Hollywood.

Esto fue una sorpresa: los soldados no sólo imitaban a las mujeres ideales de su época o estereotipos de pin-ups. Recreaban todo tipo de mujeres, incluyendo al ama de casa común, matrimonios, esposas dominantes, también aparece incluso la abuela gruñona.

El hábito del travestismo entre soldados se extiende a todas las nacionalidades y conflictos. No obstante, hay un porcentaje especialmente elevado en los álbumes fotográficos de los soldados alemanes que participaron en la Segunda Guerra Mundial. Esto también resultó una sorpresa. Pero no es algo que necesariamente signifique que los soldados alemanes lo hicieran más que otros, pero sí que lo fotografiaron más.

Hay muchos factores que entran aquí en juego: uno, que los soldados alemanes estaban obsesionados con las cámaras fotográficas. Por otro lado, en Alemania, a diferencia de los países anglosajones, existía la tradición de disfrazarse para carnaval, por ello, era más sencillo camuflar los verdaderos sentimientos tras esas costumbres propias del carnaval. El tiempo de servicio de los soldados alemanes era muy prolongado y los llevaba a lugares a los que jamás habrían esperado ir, y esto es algo que indudablemente hizo más fuertes sus deseos y anhelos.

Y también es posible que el ideal hipermasculino impuesto por los nazis causara una presión adicional en los hombres que, como consecuencia, generó la necesidad de escapar de ella o de equilibrarla justamente a través de lo contrario. Un ejemplo: hace unas semanas descubrí en un álbum una página muy reveladora. En su esquina superior izquierda hay una foto con dos jóvenes soldados posando medio desnudos, exhibiendo sus músculos y torsos de una manera que recuerda a las obras del escultor nazi Arno Breker. En otra, situada en la esquina inferior derecha de esa página, aparecen los mismos soldados vestidos de mujer. Extremos totalmente opuestos coincidiendo en una misma ocasión. Es probable que eso que puede parecer una contradicción sea, de hecho, una reacción.

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Es algo habitual en las viejas instantáneas: ver a los fotografiados haciendo poses cómicas o improvisando algún tipo de escena como motivo para la foto.

Algunas de las fotografías que tu libro recoge están tomadas durante las representaciones teatrales que se hacían para entretener a las tropas; pero, en muchas otras, tenemos la impresión de estar observando la captura de un instante de un juego: de una ficción que está interpretándose como realidad (de una fantasía que pudiera estar, como sugieres arriba, sirviendo como una cierta forma de compensación); y en ellas, tanto los hombres de uniforme como los que están travestidos, parecen estar complaciéndose inmensamente en la interpretación de esos personajes.

Eso es lo que convierte a estas fotografías en algo distinto al travestismo del carnaval: aquí, los soldados están manifestando sentimientos auténticos bajo el pretexto de divertirse.

Los momentos en que la ficción se acerca más a la realidad son los que suceden cerca del frente. En ellos, la diferencia entre público y actores simplemente se diluye: los travestidos actúan como mujeres y los otros se convierten en sus hombres. Y algo bastante conmovedor es que no tengo una sola foto en la que pueda advertirse algún tipo de asombro entre los hombres que están allí. Todo el mundo obtiene su propia forma y específica forma de gratificación, de placer.

Las fotografías del libro están divididas en cuatro categorías: Rekrutenzeit (Periodo de reclutamiento), Kompaniefeste («Unidad de celebraciones»), Front  (Frente) y Kriegsgefangenenlager (Campos de prisioneros de guerra). ¿Esta división fue clara desde el comienzo o es el resultado de tu estudio de todo el material reunido?

Se hizo evidente tras examinar las fotografías en conjunto. Su sentido radica en el hecho que estos eran los cuatro puestos a los que eran destinados los soldados. Cada uno de estos destinos constituye una situación muy diferenciada y que incide visiblemente en las formas de representación.

Los reclutas eran aún muchachos muy jóvenes y se nota. Las Kompaniefeste eran obras teatrales que se representaban ante un público, mientras que en la línea de frente el travestismo tendía a ser más primitivo, espontáneo y se mantenía en el ámbito reducido de algunos grupos de soldados. El más elaborado se daba las obras teatrales en los campos de prisioneros de guerra, donde los soldados permanecían aislados durante muchos meses, a veces incluso años, y con tiempo en abundancia para hacerse vestidos, construir un escenario y escribir obras teatrales. Los travestidos de los campos de prisioneros ya anticipan las subculturas gays de los años 50 y 60.

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Subrayas la importancia de escribir la historia de las obras teatrales de la organización Kraft durch Freude.

No exactamente la de las compañías teatrales de Kraft durch Freude o del Ministerio de Propaganda, ambas han sido exhaustivamente estudiadas. Pero sí la de ese otro teatro que existía en el frente y que no se ha investigado en absoluto: las obras improvisadas y espontáneas hechas por los propios soldados. Es en ellas donde encontramos a los travestidos, no en las obras oficiales, no sólo porque eso era algo que colisionaba con la ideología nazi sino porque los teatros oficiales de la línea de frente contaban con mujeres actrices.

¿Soldier Studies es la conclusión de un proyecto o sigues a la busca de fotografías de la Wehrmacht?

Aún aparecen fotos que me sorprenden. Mientras esto suceda, trataré de seguir en ello.

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Creo que tu libro es principalmente una invitación a mirar y a cuestionarnos cómo interactuamos con las imágenes visuales, la memoria, los sentimientos y la historia antes que a enjuiciar o emitir interpretaciones radicalmente literales o unidireccionales.

Ante todo quería llamar la atención sobre el hecho de que estas fotografías existen. ¿Qué vemos en ellas? Uno podría ver solamente hombres muriéndose de ganas de divertirse, o expresiones de deseos sexuales ocultos. Luego, todos estos hombres son soldados alemanes en la Segunda Guerra Mundial, nazis, con todas las implicaciones que esto conlleva. Esta ambigüedad, lo multifocal, es lo que  me impresionó sobre todo. Interpretar, categorizar habría sido desposeer a estas fotografías del fluido que las hace reveladoras.

¿Pero crees que, de alguna forma, necesariamente abren algún tipo de reflexión sobre la ideología nazi y la sociedad alemana de aquel tiempo?

Creo que las reflexiones que estas fotografías ofrecen no son especialmente de índole ideológica; aunque, como he señalado, entra en juego una cierta noción de hipermasculinidad que era parte de la doctrina nazi. El giro que plantean es hacernos ver a hombres disfrutando en momentos relajados y alegres y mirarlos sabiendo que eran soldados de la Wehrmacht. Espero que sea algo que proporcione alguna reflexión o comprensión sobre la condición humana, sobre la experiencia de la guerra, que a menudo imaginamos como un constante rugido de truenos, explosiones y luchas. Cuanto más claramente veamos qué pasaba en realidad, y cómo, resultará más difícil dar respuesta a cuestiones complejas mediante explicaciones simplistas.

 

 

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Martin Dammann, Soldier Studies. Cross-Dressing in der Wehrmacht, Hatje Cantz, Berlin, 2019.

 


(1). Georges Didi-Huberman, Vislumbres, Shangrila, 2019, pág. 129.

 


Imágenes:

1-5. © Collection Martin Dammann.

6. Martin Dammann.

 

 

 

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